Del Crecimiento Misional

Del Crecimiento Misional

“Querer ver los frutos apostólicos” es la primer tentación contra la Fe que menciona el Padre Buela al predicar sobre las tentaciones del Misionero[1]. Tentación esta que no es una tentación cualquiera sino que es grande tentación, como advierte el Padre: “Gran tentación es querer ver los frutos apostólicos. Si es gran tentación en países de cristiandad (…), mucha más grande tentación es querer ver frutos apostólicos en países de mayoría musulmana, o de religiónes animistas, o cualquiera de las otras religiones paganas”[2].

El Misionero fue hecho por Dios para trabajar hasta la muerte por la conversión del mundo entero, pero, al mismo tiempo, debe renunciar a la pretensión de ver los frutos apostólicos.

Siempre habrán frutos apostólicos, pero los frutos podrán darse en otra parte del mundo. De hecho, “tal vez nunca vea el misionero frutos apostólicos de envergadura. En otros lados, fructificarán, porque no hay acciones que no realice algún miembro del Cuerpo Místico que no redunde en bien de todo el cuerpo: uno puede estar, por ejemplo, en Guyana, y aparentemente no pasar nada allí; pero resulta que eso que uno está haciendo en ese lugar está produciendo efecto en otros lados, como vemos que pasa con nuestros misioneros”[3].

Ahora bien, al hablar de los frutos misionales, debemos prevenirnos contra otro error común. Muchos creen –o parecen creer- que solamente los Sacramentos administrados implican un avance misional… Pero esto es un error, como advierte el gran Padre Carrascal: “creer, pues, que sólo los bautismos, comunio­nes, matrimonios… acusan un avance de la fe, es sencillamente un error. Aquello es verdad, pero repitámoslo, no es toda la verdad. Sin bautismos, sin matrimonios, sin conversiones de hoy, puede sin embargo haber «hoy» crecimiento, desarrollo, acercamiento a la floración, al fruto”[4].

Perfecto, pero, además de los Santos Sacramentos, ¿qué otras cosas cooperan para lograr “la incorporación de los pueblos al seno de la Iglesia”[5]?. O, en otras palabras, además de los Sacramentos, ¿que otras cosas implican un crecimiento concreto de la Misión? Veamos algunas[6]:

“Crecimiento es la mera presencia del misionero que con su vida santa y la constancia de su reglamentada vida y disciplina y piedad, es sal de la tierra. Su presencia, su doc­trina está predicando la falsedad de la idolatría; la existen­cia del Creador, la bondad de la religión católica; es luz del mundo.

Crecimiento es toda sonrisa, toda atención, todo obse­quio que hace el misionero; porque es como un día de sol con cuyo calor la savia sube y el árbol se desarrolla.

Crecimiento es toda buena palabra que dice; toda amo­nestación que hace; toda buena acción que estimula y alien­ta; toda buena acogida que otorga, porque todo es sembrar simpatías hacia la Iglesia de Cristo y calentar el ambiente y hacer atmósfera favorable.

Misión en Papúa Nueva Guinea

Misión en Papúa Nueva Guinea

Crecimiento es toda conversación o charla con la que des­hace prejuicios, desautoriza supersticiones y aumenta el prestigio de la Iglesia.

Crecimiento es toda visita que hace o que recibe; (…) el libro que presta y el pe­riódico o revista que pasa; toda imagen o medalla que re­gala. Crecimiento es el toque de la campana a misa todos los días y en los días de gran fiesta, en verano y en in­vierno, mientras los vecinos de la calle duermen su sueño más sabroso.

Crecimiento es que los niños hallen contento y sepan di­vertirse y pasar el rato en el patio de la residencia del mi­sionero, a cuya sotana se acercan como el niño a las faldas de su madre; y crecimiento es cuanto escribe, habla y ora el misionero”.

No olvidemos este importante catálogo de “factores de crecimiento misional” que no caben dentro de las tan traídas “estadísticas misionales”[7], tan comunes en estos tiempos de culto del número, empirismo e inmediatismo facilista.

Terminemos, oyendo una vez más al P. Carrascal: “¿qué misionero, al cabo del año, del mes, del día no puede anotar en su diario muchas sonrisas dadas, muchos obsequios hechos, muchas conversaciones tenidas? ¿Qué misionero no puede anotar en su diario, en ese diario que quedará siempre inédito en esta vida, mucho saneamiento del ambiente pagano, derrumbe de prejuicios, acercamiento, simpatías? Todo es ir yendo a la floración, al fruto”.

¡Fatiguémonos con toda nuestra fuerza por el avance de las Misiones divinas! … ¡Y Dios bendecirá con divina generosidad el empuje misional!

¡Viva la Misión!

 

Francisco Xavier

Misionero Ad Gentes en Taiwán

Marzo 2014

misioneros


[1] C. M. Buela, «Las tentaciones del Misionero (sermón pronunciado en la Santa Misa de la comunidad del Seminario “María, Madre del Verbo Encarnado”)», 1998, Padre Buela, in http://www.padrebuela.com.ar/pag_res.asp?id=256.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] J. Carrascal Román, Si vas a ser misionero. La vida misionera: sus luces – sus sombras – su campo – su pastoral – su adaptación – sus exigencias, Sal Terrae, Santander – España 1957.

[5] Cf. Ibid.

[6] Seguimos literalmente, en los siguientes párrafos, la citada obra del P. Carrascal. Ibid.

[7] Cf. Ibid.

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