Misión Hospitalaria Ad Gentes en Taiwán

Misión Hospitalaria Ad Gentes en Taiwán

Hace tiempo que el Padre Fu viene predicando que todos los bautizados tenemos un deber misional. Y estamos viendo los frutos: nuestra Parroquia se está volviendo cada vez más misionera. De hecho, una feligresa sexagenaria, caminando ¡repartió por la calle mil volantes misionales en dos semanas! A su vez, hoy, gracias a Dios, fuimos a misionar al Hospital más grande nuestra Ciudad. Lo cuento en pocas líneas.

Una vez más bajo el marco de la “Comisión de Inmigrantes”, organizamos esta acción apostólica. Oído el fervoroso sermón del Padre Fu, una vez terminada la Misa dominical, fuimos 8 Misioneros –quien suscribe y siete feligresas- a evangelizar el mayor Hospital de la zona. Antes de salir, rezamos ante la Virgen, les expliqué el plan apostólico y distribuí los oficios. Salimos en un auto y dos motos.

Yendo en moto a misionar.

Yendo en moto a misionar.

Luego de saludar al Guardia –que no nos hizo drama-, entramos al Hospital y subimos al tercer piso. El primer apostolado fue con las enfermeras. Con una de ellas, rezamos en medio del pasillo. Luego, nos dirigimos a los enfermos. Los visitamos habitación por habitación.

¿Qué es lo que hacíamos? Estaba todo muy organizado y salió perfecto. La punta de lanza, era la Sra Wu –recién bautizada-, quien, portando una imagen mariana, entraba a la habitación e invitaba al enfermo a rezar. Luego, entrábamos los otros siete: uno entraba con un cuadro grande de Jesús Misericordioso, una llevaba el asperje, otra una reliquia, otra la Biblia, otra los volantes, otra el libro de oraciones y otra un cuaderno. Una vez que estábamos todos junto al lecho del enfermo, rezábamos el Padre Nuestro y hacíamos una oración pidiendo la salud. Luego, yo bendecía al enfermo, le echaba agua bendita y le aplicaba la reliquia de San Alberico Crescitelli (un Misionero martirizado en China). Luego, le dábamos un volante y anotábamos el nombre del enfermo para rezar por él. Algunos enfermos nos dieron sus números telefónicos para continuar el contacto.

A pesar de que casi no hay católicos en Taiwan, la mayoría de los enfermos quisieron rezar con nosotros y recibir la bendición. Solo unos pocos se rehusaron. Casi todos recibieron nuestros volantes misionales –incluso, muchos de los que no quisieron rezar-. El volante, claro, tenía la imagen de Nuestro Señor y Nuestra Señora y contenía una clara invitación a venir a la Iglesia.

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El equipo misional quedó muy contento. La Prof. Chen –que fue la “Jefa” de esta incursión relámpago- comentaba que misionar es muy entusiasmante y agradeció que los llevemos a misionar.

Termino con una anécdota. Al llegar al Hospital, un enfermo se quedó mirando detenidamente la enorme imagen de Jesús Misericordioso que yo llevaba en mis brazos. No me estaba mirando a mí, miraba a Cristo, Cuya imagen yo portaba. En este caso, no hicieron falta palabras. La sola imagen de Cristo fue suficiente para que ese enfermo se quedase inmóvil contemplando al Salvador del genero humano.

Todos los hombres necesitan a Cristo. Pero, la mayoría aun no lo conoce…

¡Misionemos siempre más!

Padre Federico

Misionero en Extremo Oriente

1°/3/15

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