(Canto para la partida de los misioneros – Del Seminario de las Misiones Extranjeras)
1. Partid, heraldos del Santo Evangelio,
hoy vuestros votos consiguen su afán.
Ya no hay cadenas para vuestro celo,
partid, amigos, qué dicha sin par.
¡Qué bellos son los pies del misionero,
besémoslos con santa devoción!
¡Qué bellos son en el confín postrero
do reinan muerte y error!
Partid, al fin, adiós por esta vida;
lejos llevad el nombre del Señor,
que nos reencontraremos en la Patria un día.
¡Adiós, hermanos, adiós!
2. Viento feliz venga a henchir vuestras velas,
os preste alas y raudos volad.
Id, no temáis, María es vuestra estrella,
Ella sabrá por sus hijos velar.
Respeta, oh mar, misión tan ponderada;
protégelos y humilla tu furor.
Bajo estos pies tus olas agitadas
sometan su altivo fragor.
3. Que vuestro paso se apure a esos pueblos
hundidos en profunda oscuridad;
sin la verdad, sin Dios, sin esperanza,
¡infortunados, del Hades manjar!
Legión de Dios, conquistadle la tierra
que todo el mundo escuche vuestra voz.
Llevad la luz divina a todo el orbe,
plantad de la Cruz el blasón.
4. Poned empeño en la santa carrera,
a Dios donad vuestra pena y sudor.
Sí, sufriréis, y vuestra vida entera
derramaráse en ruda labor.
Tal vez la sangre que corre en vuestras venas
corra por tierra, y tal vez vuestros pies
carguen un día grillos y cadenas,
Y el cuerpo al verdugo entreguéis.
5. Partid, que nuestros hermanos sucumben,
diezmados de tiempo y muerte se van.
¡No es un deber reemplazar al que se hunde
por mano infiel en el polvo mortal?
Partid y compartid esa victoria,
siempre seguid las huellas de sus pasos.
Os llama Dios, y desde aquella gloria
los mártires os tienden los brazos.
6. Sabed llenaros de un ardiente celo:
Vais al trabajo, combate, estrechez.
Vais a la muerte, al fin éste es el premio
que le reserva a sus huestes el Rey.
Pero la cobardía entre nosotros
no halla lugar, todos diremos sí:
Desafiaremos grillos y cadenas
¡Moriremos si hay que morir!
7. Correremos pronto tras vuestros pasos:
¡Oh! ¿Dónde un alma para convertir?
Atravesando inmensos los espacios
iremos a predicar y a morir.
¡Qué dicha cuando el Rey de los Apóstoles
venga en su gloria a recompensar
vuestros trabajos junto con los nuestros
y de todos victoria proclamar!
8. Aunque os vayáis aún sois nuestros hermanos:
Recordadnos cada día ante Dios.
Nos tenga unidos la santa plegaria,
nos tenga unidos su divino amor.
Oh Dios, Jesús, oh Rey y Señor nuestro,
protégenos y vela nuestra suerte.
A Ti la sangre, nuestro ser entero,
a Ti en la vida y en la muerte.
(Versión castellana: P. Andrés Ayala)