5 esclavos indios

I.

Muchos hombres paupérrimos, a menudo víctimas de la peste de la usura (una de las plagas más mortíferas de la historia), vienen a esta región de la Meseta Tibetana, donde está nuestra base misional. Muchos de ellos vienen desde Jharkhand, el Estado más pobre de la India. En estas breves líneas, contando con el permiso del protagonista, queremos contar brevemente la historia de Bried, un pobre pariah que vino de Jharkhand al Himalaya.
Bried es un pariah que mide, más o menos, un metro y medio. “Pariah” es el nombre de una de las tantísimas castas y razas que habitan el subcontinente indio. En español, decir “pariah” equivale a decir miserable, marginado e ignoto. Y así es.
Nunca lo habíamos visto a Bried Pariah. Es un joven fuerte y simpático, que sabe responder con prontitud y energía. Es un hombre capaz que parece capta rápido las ideas. Como decíamos, nunca lo habíamos visto, pero hoy nuestro viejo amigo Puran (que, luego de nuestro terrible pecado de proselitismo, abjuró de la Protesta para alistarse en las filas de la Santa Madre Iglesia) lo encontró a Bried por los caminos y lo trajo a nuestro aun flamante centro apostólico.
Bried, con su indumentaria de fajina, entró al centro misionero y lo invitamos a tomar algo. Bried no tardó en exponernos su drama: él y cuatro compañeros fueron contratados por un supervisor para hacer rutas en la frontera indo-tibetana. Bried había sido contratado por un mes, pero, luego el jefe les pidió que se queden 3 meses y luego un mes más, y pasados 22 días después de ese otro mes, el contratista sigue sin pagarles siquiera una rupia.
Bried estuvo trabajando cuatro meses en condiciones infrahumanas (¡si ustedes vieran cómo y dónde viven!), mas el contratista no les paga. Según la perenne enseñanza escriturística y eclesial, éste es uno de los pecados que clama al Cielo. Cuando Bried nos contó esto, me indigné y golpeé varias veces la mesa, pero los tres contertulios no reaccionaron igual: uno permaneció con su rostro imperturbable (como si hubiese visto ésto muchas veces), otro (el intérprete) se reía y Bried, la víctima, dijo que no iba a quejarse sino que, para evitar problemas mayores, simplemente iba a volver a su lejano y miserable hogar. En esta actitud de Bried creemos vislumbrar la mortífera secuela del fatalismo hinduísta y de la maldita creencia reencarnacionista según la cual los pariahs pagan en esta vida los crímenes de sus vidas pasadas.
Acto seguido, obligamos al intérprete a que convierta su faz sonriente en un semblante serio, y tomamos cartas en el asunto: decidimos que si mañana no le pagan a Bried, iremos con él a la estación policial y no pararemos hasta que el esclavista esté tras las rejas. Mañana estaremos en condiciones de contarles como sigue esta parte de la historia, mas, para terminar agregaremos la segunda parte, que es la principal ya que, como le dijo Dios al diablo, “no sólo de pan vive el hombre”.

II.

Y así fue que terminado el diálogo sobre la estafa, hablamos de lo único importante: de Dios y del Cielo.
Salimos del comedor, fuimos a la capilla, levantamos un gran crucifijo y le predicamos a Jesucristo con palabras breves, tajantes y simples. Bried nos respondió que los pariahs adoran a Shiva, que es uno de los personajes principales de la mitología hindú. Le respondimos que Shiva es sólo un cuento y que Jesús es el verdadero Dios. Pero, como nuestra sola afirmación no bastó, le dimos un argumento apologético para demostrarle que no se puede adorar a Shiva. El diálogo fue así:

– “Según el relato hindú, Shiva decapitó a su hijo, Ganesh. ¿Eso está bien o mal? ¿Tú le harías eso a tu hijo?

– “Está mal. No. Nunca le haría eso a mi hijo”.

– “¿Shiva, entonces, es bueno o malo?”

– “Es malo. Pero, adorarlo es la costumbre de mi pueblo, así que no puedo ir contra eso…”.

– “Tú tienes inteligencia. Los perros y las vacas no. La inteligencia nos sirve para distinguir el bien del mal”.

– “Sí. Adoraré a Jesucristo. Dejaré el culto a Shiva”.

Y luego de decir esto, se quedó adorando la Cruz un buen rato.
Puran no perdió tiempo y en el interim le consiguió un trabajo no-esclavo.

Le pedimos a Bried si podíamos publicar su foto y poner su historia por escrito para que los lectores recen por él y, sin dudarlo, dijo que sí.

¡Viva la Misión!

Padre Federico Highton, S.E.
23-VIII-19

Marcar el enlace permanente.

Un comentario

  1. Bravo Padre Federico! Bravo!!! Rezaremos por Bried!!!!! Viva l Misión! Viva Cristo Rey!!!

Deja un comentario