Demonios budistas

Por el P. Dr. Federico Highton

(extracto del libro de mi autoría “Tinieblas Tibetanas”, de próxima aparición)

 

En Lachunn, nos alojamos en la casa de nuestro “amigo” Tenzig, que es hijo de un lama casado (no todos los monjes profesan celibato). La casa de nuestro anfitrión es exponente claro del tradicionalismo tibetano de la aldea. Su familia conserva rigurosamente las tradiciones budistas desde hace muchas generaciones.

 

 

 

Cuando entré a su casa -que es hotel, como la mayoría-, lo primero que me mostró fue el “puya room”, esto es, la pieza de los rituales. No lo podemos llamar oratorio ya que estrictamente no oran. Los puya room son básicamente todos iguales. Igualmente tenebrosos.

 

 

 

Tenzig me contó que los ritos los ayudan a protegerse de los demonios. Y conociendo el paño, tuvimos el presente diálogo.  Transcribimos lo esencial…

 

 

 

  •                     “Los rituales nos protegen de los espíritus malvados”.

 

 

 

–                     “¿De los demonios?”

 

 

 

–                     “Sí, exactamente”.

 

 

 

–                     “¿Cómo hacen Uds para protegerse de los demonios?(1)”

 

 

 

–                     “Les hacemos ofrendas”.

 

 

 

–                     “¿Uds les hacen ofrendas a los demonios para adorarlos?”

 

 

 

–                     “Sí, para adorarlos”.

 

 

 

–                     “¿Qué tipo de ofrendas les hacen?”

 

 

 

–                     “Les ofrecemos todo lo que ellos nos pidan”.

 

 

 

–                     “¿Y sacrificios de animales?”

 

 

 

–                     “Sí, también. En nuestra casa, le ofrecemos a los demonios (o al demonio de nuestra casa) un yak por año”. El yak es un animal de la zona. “Primero, le ofrecemos el yak a los demonios y luego se lo ofrecemos a los dioses”.

 

 

 

Tan honda es la demonolatría en el budismo tibetano que, como afirma Kasptein, «sin la cooperación de los espíritus locales, la comunidad no puede esperar alcanzar la prosperidad»[1].

 

 

 

Notemos el orden metafísico y de prioridades: primero, se honra a los demonios, luego a los dioses. Es cierto, certísimo, que los dioses no existen pero no deja de ser muy significativo que privilegien honrar a los demonios antes que a los, por ellos reputados, dioses.

 

 

 

Todo esto nos recuerda aquello que enseñaba el Aquinate (Comentario al Credo, a. 1, n. 20): “[Todo el esfuerzo del demonio] consiste en hacerse adorar  por  los hombres y en que le ofrezcan sacrificios: no es que  se deleite en un perro o en un gato que le  sean ofrecidos, sino que se deleita en que a él se  le rinda reverencia como a Dios, por lo  cual dijo al mismo  Cristo (Mt 4, 9):  “Todo esto te daré sí postrándote me adoras”.  Por esta misma razón entraban los demonios en los ídolos y daban las respuestas para ser venerados como dioses. Salmo 95, 5: “Todos los dioses de las  naciones son demonios”.  Y el Apóstol dice en I Cor 10, 20:  “¡Pero si lo que inmolan los gentiles, lo inmolan a los  demonios, y no  a Dios!”

 

 

 

Recapitulando, muchas familias tibetanas establecen contratos multigeneracionales con un demonio del infierno. Mas, ¿por qué? Porque quieren que ese demonio ayude a la familia y, además, para aplacarlo. Ellos creen que no pueden revocar el contrato ya que, de lo contrario, el demonio se vengará terriblemente.

 

 

 

No piensen que esto es una práctica aislada en el mundo tibetano. En efecto, como dice el “texto-tesoro” bon sobre el Segundo Buda, éste le rezó a todas las «deidades de la familia de Buda»[2].

 

 

 

Mas, para el budismo tibetano, no solo hay demonios protectores de las familias, sino también demonios protectores del budismo. La literatura budista abunda en este tipo de menciones, como podemos leer, v.gr., en los relatos de J. Kongtrul quien llega a afirmar que el Gurú Rinpoché instaló a varios espíritus arrogantes «como guardianes de la doctrina budista»[3]; obligó bajo juramento a varios espíritus mundanos, como los llamados “guardias de las dieciséis dagas”, a ser guardianes del budismo[4]; la guarida del Tigre (“Tiger nest”) es el lugar más “sagrado” del Reino de Bhutan ya que creen que el Gurú Rinpoché subió volando hasta allí sobre su consorte convertida en tigresa y que allí doblegó a un demonio y lo convirtió en guardián de los textos-tesoros budistas, si bien, según dice Kongtrul, no doblegó solo un demonio sino todos los dioses arrogantes –mayores y menores- y todos los demonios-caníbales del Tibet, todos los cuales, desde entonces, devinieron los protectores de esos libros “sagrados” budistas[5]. Taranata, en su texto de encomio al Gurú Rinpoché, afirma que este gurú «empleó a su servicio, las nagas y los portadores de maldad»[6].

 

Según el relato de Taranata, el Gurú Rinpoché, en una zona glaciaria, convirtió a un demonio serpetino al budismo[7]. En efecto, para el budismo, hay demonios budistas. Más aun, como apunta Kapstein, el Gurú fue llamado al Tibet «para sofocar los espíritus hostiles y las divinidades del Tíbet en orden a ganar su lealtad al budismo»[8], esto es, el Segundo Buda fue llamado al Tibet para que haya demonios budistas.

 

Sera Khandro –en un “texto-tesoro”- afirma contento que algunos demonios-caníbales «aceptaron la responsabilidad de proteger la doctrina budista»[9]. En el mismo texto, cita al Gurú Rinpoché que promete a su discípulo Pema que dakinis (“demonesas”) de las cuatro clases vendrán visiblemente a saludarlo[10].

 

A mayor abundamiento, mencionemos que si bien, según el budismo tibetano, casi todas las mamos son demonesas furiosas que habitan en los durtros y causan guerras –especialmente, cósmicas- y pestes, los lamas enseñan que las mamos puede ser benéficas para los meditadores budistas[11].

 

En el budismo tibetano, se puede procurar incluso entrar en trance para tener contacto con seres demoníacos (salvo que tengamos otro adjetivo para entes abisales como “Yama, el señor de la muerte”). En efecto, como cuenta Kapstein, en el Tibet se cree en la historia de Chowang, que entró en trance para tratar con Yama (el señor de la muerte o, según Roebuck, «el dios de la Muerte»[12]) y, gracias a esta gestión, consiguió que su mamá, que estaba en el purgatorio pagando por las faltas de su esposo (¿y la justicia?), se reencarne en un perro[13]. Es el mundo de los locos… y de los demonios. Es el mundo del budismo.

 

El mito de Chowang es interesante ya que él negocia con Yama cuando Buda pide vencer a Yama: «¿Quién conquistará esta tierra y este mundo de Yama con sus dioses?»[14]. Chowang va a Yama, pero según Buda hay que ir donde Yama no pueda vernos: «ve donde el Rey de la Muerte no pueda verte»[15].

 

 

[1] Kapstein, M., Tibetan Buddhism. A very short introduction, Oxford, NY 2014, 7: «without the cooperation of the local spirits, the community cannot hope to achieve prosperity».

 

[2] Cf. Wongpo, J.K., The Bon version of the life of Guru Rinpoché. The treasury of rediscovered teachings, v. 39, Paro, Bhutan, Ngodup-Sherab Drimay, 1976 (traducido y publicado en Zangpo, N., Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002), 221: «Buddha family deities, to you I pray ».

 

[3] Kongtrul, J., History of the sources of the profound treasures and the treasure revealers. The treasury of rediscovered teachings, v.1, Paro, Ngodup-Sherab Drimay, 1976 (traducido y publicado en Zangpo, N. (H. L. Thompson), Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002, 122).

 

[4] Cf. Kongtrul, J., History of the sources of the profound treasures and the treasure revealers. The treasury of rediscovered teachings, v.1, Paro, Ngodup-Sherab Drimay, 1976 (traducido y publicado en Zangpo, N. (H. L. Thompson), Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002, 123).

 

[5] Cf. Kongtrul, J., History of the sources of the profound treasures and the treasure revealers. The treasury of rediscovered teachings, v.1, Paro, Ngodup-Sherab Drimay, 1976 (traducido y publicado en Zangpo, N. (H. L. Thompson), Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002, 126).

 

[6] Taranata, The Indian Version of the Life of Guru Rinpoché. The Treasury of Rediscovered Teachings, v. 1., Paro, Bhutan, Ngodup-Sherab Drimay, 1976 (traducido y publicado en Zangpo, N., Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002), 160: «he employed the nagas and evil harm-bringers as his servants».

 

[7] Cf. Taranata, The Indian Version of the Life of Guru Rinpoché. The Treasury of Rediscovered Teachings, v. 1., Paro, Bhutan, Ngodup-Sherab Drimay, 1976 (traducido y publicado en Zangpo, N., Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002), 168.

 

[8] Kapstein, M., Tibetan Buddhism. A very short introduction, Oxford, NY 2014, 16: «to quell the hostile spirits and divinities of Tibet in order to win their allegiance to Buddhism».

 

[9] Cf. Khandro, S., The Immaculate White Lotus by Dorjé Tso. The collected revelations of Sera Mkha-gro Bde-chen-rdo-rje, v.1,, Kalimpong, India, Dupjung Lama, 1978 (traducido y publicado en Zangpo, N., Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002), 137.

 

[10] Cf. Khandro, S., The Immaculate White Lotus by Dorjé Tso. The collected revelations of Sera Mkha-gro Bde-chen-rdo-rje, v.1,, Kalimpong, India, Dupjung Lama, 1978 (traducido y publicado en Zangpo, N., Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002), 149.

 

[11] Cf. Zangpo, N. (H. L. Thompson), Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002, 301.

 

[12] V. Roebuck, Glossary, en Buddha [?], The Dhammapada, Penguin, London 2010, 104: «the god of Death».

 

[13] Cf. Kapstein, M., Tibetan Buddhism. A very short introduction, Oxford, NY 2014, 104-105.

 

[14] Buddha [?], The Dhammapada, Penguin, London 2010, 11: «who will conquer this earth and this world of Yama with its gods?».

 

[15] Buddha [?], The Dhammapada, Penguin, London 2010, 11: «go where the King of Death can’t see you».

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