I.- El espíritu del Misionero: es único y sin igual, de encendida acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con las tribus paganas para proclamar la Fe Católica.
II.- El espíritu de filiación: con el sagrado juramento de preferir morir y reventar antes que pecar.
III.- El espíritu de amistad: con Jesucristo, los compañeros y aun con los infieles.
IV.- El espíritu de unión y socorro: a la voz de ¡A mí La Misión!, sea donde sea, acudirán todos y, con oportunidad o sin ella, con toda parresía , proclamarán la Buena Nueva a las tribus paganas.
V.- El espíritu de marcha: jamás dirá que está cansado, hasta caer extenuado. Será el cuerpo más veloz y resistente.
VI.- El espíritu de sufrimiento y dureza: el Misionero se gloriará en sus tribulaciones, rebosando de gozo en ellas. No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño; hará todos los trabajos y plantará doquiera la Cruz.
VII.- El espíritu de acudir a las tribus infieles: la Misión, desde el hombre solo hasta la Misión entera, acudirá siempre donde haya aldeas paganas, siempre, siempre, aunque ya no se tengan más fuerzas.
VIII.- El espíritu de disciplina: obedecerá como Cristo al Padre usque ad mortem.
IX.- El espíritu de combate misional: el Misionero combate los buenos combates de la fe. El Misionero, pedirá siempre, siempre, misionar, sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años. Fiado en Dios, asaltará la muralla.
X.- El espíritu de la muerte: el morir en misión es la mayor corona. No se muere más que una vez y la muerte en misión es una catapulta al Paraíso. El Misionero vive siempre entregado a la muerte.
XI.- El espíritu de la enseña: la Cruz y la Virgen son las enseñas más gloriosas. Serán defendidas con la propia sangre.
XII.- El espíritu de bravura: todos los Misioneros de fuego son bravos por la gracia de Dios; aquí es preciso demostrar que el Dios Verdadero, es Quien hace posibles las gestas más épicas.
¡Viva Cristo Rey!
¡Viva María Reina!
¡Viva la Misión!
Versión de Marcha (23/XII/MMXX, África Occidental). Basado en el Credo Legionario y el Corpus Paulino.