Sopa del infierno

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Sopa del infierno

I.
En el Noviciado nos inculcaron el ayuno penitencial, especialmente los viernes. Era ciertamente algo ascético, especialmente exigente para quienes en la vida seglar solíamos comer dos o tres platos.
Mas, este viernes en la Meseta Tibetana, el banquete al que me invitaron las Autoridades locales de la aldea de Saffo fue mucho más mortificante que todos los ayunos del tiempo de formación.
No sé porqué motivo, hoy hubo un acto oficial en la ignota aldea de Shaffo. La cuestión es que el Gobernador me invitó y fuí.
Después del acto matutino, los invitados de honor fuimos a almorzar. Al estilo local, había fuentes con comidas varias. Me serví la mayor cantidad de carne (eran huesitos) y la menor cantidad posible de arroz (ya que hoy decreté recrearme con unas vacaciones de arroz, plato este que lo sirven todas las comidas, mas no como aderezo sino como base). Sin saber, le puse una especie de sopa amarillenta.
Fieles al estilo local, el almuerzo fue poco humano. Nadie rezó en público, la mesa brilló por su ausencia, todos comieron a la velocidad de la luz y nadie habló. Primero, entramos los hombres y luego, las mujeres que se sentaron aparte.
Ante la abundancia de huesos, creí que hoy comería bien, pero al segundo bocado me desengañé completamente. La sopa amarillenta era picante al extremo y generó tres efectos sobre mí: un hipo violento que me hacía casi saltar de la silla, un ardor terrible del paladar agravado cada vez que bebía agua (la cual estaba muy caliente) y un mareo considerable.
Fuí el último en terminar. Ofrecí este tormentoso banquete por la conversión de esta ignorada aldea, la remota aldea de Saffo, que es un poblado budista y tribal de unas 400 almas.
En Saffo, no hay ningún católico. A su vez, los Jefes locales me acaban de confirmar lo que venía pensando: soy el primer extranjero que haya entrado en Saffo en toda la Historia.
II.
Hace unos días refuté a un lama budista en un taxi compartido. Un pasajero llamado Dawa se ofreció como intérprete. El lama se quedó tenso y sin poder replicar mis objeciones. Dawa, también budista, tampoco pudo replicar. El panzón Buda quedó trastabillando… Y yo interiormente me partía de risa, de risa santa ante la Victoria de Cristo Rey y la derrota de la superstición.
Refutado el Lama, Dawa me preguntó acerca de Cristo. Le prediqué las grandezas del Señor y Dawa quedó feliz y sediento de conocer más al Rey de Reyes.
III.

Dawa me invitó a su casa. Vive en Saffo, una fascinante aldea himaláyica.
Estaba yendo en auto hacia Shaffo y me llamó el Gobernador para decirme que me llevaría a no sé qué lugar. No podía contristar en esto al Gobernador, pero me inquieté por Dawa que me estaba esperando.
El Gobernador me pasó a buscar. Subí al auto y le pregunté que a dónde íbamos. “A Shaffo”, me respondió.
Me quedé estupefacto.Había mil aldeas posibles para ir, pero, sin saberlo, decidió ir a la única que yo necesitaba ir. De este modo, Dios me mostró que Él y sólo Él es el protagonista de la Misión. Dios le da el alimento a Sus amigos mientras duermen. Es el Señor Quien construye la casa…
El Señor es el Protagonista de la Misión … y la sopa infernal, la primer ofrenda elevada a Dios por la conversión de Saffo.
Que vengan todos los tormentos del infierno con tal que Shaffo zafe de la Ira Divina sometiéndose al único Salvador, nuestro Señor Jesucristo.
Padre Federico, S.E.
Misionero en Extremo Oriente
30/IX/16, Shaffo, Meseta Tibetana.

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