Magia Negra Budista

 

En marcha…

Hace un par de meses fuimos a la frontera de la zona antiguamente conocida como el “Sur del Tibet”. No fuimos por turismo sino para explorar aquesta región con el fin de poder organizar una futura expedición misional.
Luego de viajar un día, pedirle a un pastor protestante de raza tibetana (Jioti) que nos haga de guía y caminar bajo el rayo del sol muchas horas ascendiendo una montaña y adentrándonos en caminos remotos inaccesibles para los vehículos, llegamos a una ignota aldea llamada Chunabbati. Llegados a este punto, descubrimos que todos los poblados de la zona carecen por completo de católicos (¡no hay ni uno!) pero todos ellos, salvo uno, fueron parcialmente alcanzados por los protestantes. Son poblados tradicionalmente budistas, de corriente tibetana, pero no pocas casas se hicieron evangelistas.

Pasa An Kan Chima, “Protectora del Budismo”

Notamos que hay una sola aldea, de toda esa grande zona fronteriza, que aun permanecía íntegramente budista, sin siquiera un cristiano. Es la aldea de Laptschakha. Inmediatamente, la pusimos bajo la mira de nuestro accionar apostólico.
Pasado un mes, viajamos nuevamente a esos remotos confines, pero no ya a Chunabbati sino a la preciada Laptschakha. Una vez más, el pastor Jioti nos haría de guía en tan aventurados parajes. Dos voluntarias francesas, sin un pelo de espíritu de ONG, que habían venido a ayudarnos en la escuela de la Meseta, se animaron a venir con nosotros.

Yendo hacia Laptschakha…

Luego de intensa subida por un monte de increíbles paisajes himaláyicos, alcanzamos la ansiada aldea de Laptschakha. Nuestra llegada fue un hito ya que fue la primera vez que misioneros católicos a ella arribaban. De todos modos, no era la primera vez que alguien trataba de ganarla para Cristo ya que hace no mucho hubo un pastor protestante que vivió un año allí para tratar de evangelizarlos pero no consiguió ninguna conversión y se fue.
Una vez llegados, rezamos al Espíritu Santo para recibir un rayo de Su luz y saber qué hacer en tan adverso contexto.
Estabamos hambrientos y nos topamos con un contingente de boy scouts que habían ido allí con afán de aventura. Ellos, muy gentiles, nos ofrecieron unas frutas, que recibimos como don de lo alto.
Los scouts se mostraban muy amistosos con nosotros, y hasta pesados, pero rápidamente nos separamos de ellos para no distraernos de nuestro apostólico objetivo.

El Lama-Tulku con un cráneo humano que usa para hacer rituales

Estabamos aun dando vueltas sin saber qué hacer en concreto, cuando vemos el principal templo del paraje. Era un pequeño reservorio de ídolos. Nos asomamos, con cara de turistas desorientados, nos descalzamos, ingresamos y saludamos al que parecía el jefe, que era un hombre pelado de campera roja que estaba concentrado en guiar a dos artistas que, con grande cuidado, pintaban una horrenda ídola de una sola pierna y un solo seno que, con iracundo rostro, tenía un corazón humano en una mano y, con la otra, apretaba una mujer, a la vez que pisaba y sometía un hombre desnudo. La imagen de la ídola, llamada Pasa An Kan Chima, no podía ser más inequívocamente diabólica. La misma, nos dijo el semi-lama, es quien cuida la religión budista. El lama, con serio rostro, nos advirtió en inglés lo siguiente: “If you joke, she will show you something”, esto es, “Si Uds hacen bromas, ellas les mostrará algo”. En breve, nos amenazó. Mi respuesta no se hizo esperar: “eso es un falso dios, no tiene ningún poder, no puede hacer nada”. El lama, serio, renovó su amenaza diciéndome: “¿Querés experimentar el poder de la diosa? Vení conmigo, haré una oración a ella, y quedarás paralizado”. El lama budista, haciendo gala del pacificismo que supuestamente los caracteriza, me amenazó con maldecirme invocando a Pasa An Kan Chima.

Le respondí lo siguiente: “los católicos sabemos que, si Dios lo permite, la magia negra mueve a los demonios a dañar a las personas, mas con eso no se juega pues no podemos comerciar con los poderes del Mal. Ergo, si se invocan a los ídolos paganos para maldecir a un tercero, los demonios pueden actuar generando grande daño, sea una parálisis, sea otra cosa. Mas, eso no será por el poder de la estatua idolátrica de esa diosa que no es tal sino por la acción demoníaca”. El lama me oyó atento, se quedó sin réplica y se abstuvo de maldecirme.
Largo tiempo estuvimos dialogando con el monje. Por momentos, se mostró muy atraído hacia nuestro señor Jesucristo.
Recemos por la conversión de los monjes budistas empeñados en la idolatría y la magia negra.

Padre Federico, S.E.
Misionero en la Meseta Tibetana
16/III/17

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